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Si quieres conservar el cuerpecito, la haciendita y la honrilla, te digo: prepárate tanto como puedas y además observa tanto la naturaleza del juez como la de tu oponente. Si hay que abrazarle las rodillas, abrázale las rodillas; si hay que llorar, llora; si hay que gemir, gime. Y cuando sometas lo tuyo a lo exterior; sé esclavo en adelante y no andes cambiando de idea, ahora queriendo ser esclavo, ahora no queriendo, sino simplemente y con todo tu discernimiento o lo uno o lo otro: o libre o esclavo, o cultivado o inculto, o gallo con raza o sin ella. O aguanta los golpes hasta morir o ríndete de inemdiato. No sea que aguantes muchos golpes y al final te rindas.
EPICTETO