Iñaki Ezkerra en El Correo.
En La Moncloa han debido de tener un serio problema con los retretes porque se han gastado en sanitarios 200.000 euros del erario público. El misterio nos remite a los tiempos de Boyer, de aquella casa que inauguró con la Preysler y que se acabó llamando Villa Meona gracias a la sobreabundancia de cuartos de baño. El misterio nos remite al caso similar de la casa que Vera le compró a su suegro. Éstos del PSOE en cuanto pillan poder no quieren coches caros ni Carlas Brunis. Quieren váteres y no reparan en gastos. No es que uno piense que en esta pasión desenfrenada por los mingitorios hay un rasgo ideológico sino más bien que se trata de un generalizado atavismo nacional. Yo creo que el español no se siente rico, no se siente poderoso, no se siente importante hasta que no tiene cuarenta váteres en su domicilio. En este país hasta que no te salen los váteres por las orejas no eres nadie. El váter es la única memoria histórica que guardamos de nuestra pobreza, de nuestro pasado rural, de la era del cagajón en el pajar o en el campo. El verdadero salto económico, social y cultural que ha dado España en los últimos años es el retrete. Se habla hoy mucho de que hemos vivido del ladrillo, pero no se habla del azulejo, la baldosa y la cisterna que desconocen los efectos de la crisis. A los fontaneros no les está afectando el marrón económico y es lógico a poco que se piense porque al factor nacional de nuestro culto atávico al váter se añade el del miedo internacional a la quiebra del sistema financiero. En unos momentos de canguelo global como éstos hay mucha gente a la que le entra pirrilera. El de los cementerios y el de los retretes son negocios que no decrecen jamás. Cuanto peor andan las cosas económicamente más aumenta la demanda.
En tiempos de crisis se prescinde de lo superfluo pero el arte de palmarla y el de despacharse son necesidades básicas. En un momento político tan “cisterniense” como éste no es raro que en el Palacio Presidencial alguno tenga cagalera y que se atasquen los desagües. Del famoso lema de “desalojar la Moncloa” habríamos pasado al de “desalojar en La Moncloa”. Por otra parte, si nuestra cultura ha llegado al ordenador personal nada tiene de extraño que un presidente de izquierdas se convierta en el pionero de la socialización del mingitorio unipersonal. Este es el paradigma de Zapatero después del reparto de los 400 euros. Y quizá ha llegado el momento de dejar aquí este asunto porque ya se sabe que la mierda cuanto más se revuelve es peor y nunca mejor dicho.
lunes, 22 de diciembre de 2008
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