Un artículo de Carmen Leal, publicado hoy en El Mundo:
La UNESCO proclamó el 21 de febrero de 1999 Día Internacional de la Lengua Materna, y desde 2004, la Asociación por la Tolerancia ha escogido este día para reivindicar el derecho a la educación en lengua materna. Lengua materna es la que oye el niño de labios de su madre desde los primeros días de su existencia, las nanas, las dulces palabras entre besos y arrullos; es la lengua del afecto y del sentimiento. El niño, al nacer, tiene en el cerebro los circuitos duros, genéticamente programados, capaces de grabar en ellos cualquier idioma, pero es la lengua de los padres la que modela esos circuitos en un lento proceso físico/químico, por la anatomía y la fisiología. Aunque la primera palabra aparece hacia el año o año y medio, y hacia los tres años construye frases, el idioma no se cuaja hasta el periodo de reflexión lógica (en torno a los seis o siete años). No es lo mismo grabar en esos años tempranos un idioma que otro, porque se captan y aprenden matices sensoriales y emocionales que son transferidos con las palabras de esa primera lengua como no lo serán con ninguna otra que se aprenda después. Ese idioma es el que queda más profundamente anclado en el cerebro humano con el que el niño definitivamente dibujará el mundo y sus gentes.
La UNESCO defiende como axiomático que «la mejor forma de enseñar a un niño es a través de la lengua materna» y añade que esto es así incluso para la alfabetización de adultos. Y da instrucciones precisas para ello: organización de grupos si existen varias lenguas, material de lectura, capacitación de docentes etc. El mantenimiento de la lengua materna es objeto de aceptación en todo el mundo, incluso por países modestos como Senegal (conviven hasta 23 lenguas) donde se respeta la escolarización en lengua materna y se enseña a niños en las mayoritarias lenguas wolof, pular, serer, dyola, mandingo y soninke, aunque el francés se vaya introduciendo gradualmente.
La UNESCO no pudo prever que cuando en un territorio existen dos comunidades lingüísticas diferentes y numéricamente similares, la lengua de una invadiese las competencias de la otra; menos, en un país desarrollado, en democracia y en pleno siglo XXI.Con la disculpa del aprendizaje del catalán se ha impuesto manu militari una forma de conocimiento de una segunda lengua, (el catalán para los castellanohablantes) denominada INMERSION, que consiste en inmersionar (introducir) al niño en el otro idioma desde el primer día y enseñarle todas las materias y todo su entorno en ese idioma que desconoce. Un cambio total de lengua hogar/escuela de forma precoz, total y obligatoria, imitando las experiencias de Lambert en Quebec pero sin los requisitos que Lambert propuso para que el método fuese satisfactorio: primero, alto nivel sociocultural de los padres; segundo, lengua materna del niño, prestigiada; tercero, tratamiento pedagógico específico y voluntario. Nada de esto se tiene en cuenta aquí, ya que el método es obligatorio, masivo en escuelas públicas y concertadas, y hay un desprestigio programado del castellano que ha sido convenientemente desalojado de las instituciones: Parlamento, Administración, Escuela etc. Los resultados negativos son evidentes. Según el Informe PISA (2003), el rendimiento escolar entre los castellanohablantes de Cataluña es mucho peor que el de los catalanohablantes: 27 puntos menos en Ciencias, 24 en Lengua, 32 en Matemáticas y 33 en resolución de problemas. Este tipo de escolarización ha sido objeto de sentencias condenatorias del TSJC, de reproche de instituciones como el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de la ONU, o la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI). Las autoridades catalanas hacen caso omiso de todo ello, incluso vulneran su misma normativa catalana, (Art.21.2, Ley de Política Lingüística de 1998). Se prima la «asimilación cultural» para la formación de la «Nación catalana» a costa del desarrollo afectivo e intelectual del individuo.
El bilingüismo de algunas comunidades autonómas no es un problema a resolver sino un patrimonio que conservar. La escuela equilibrada bilingüe no sólo es posible sino necesaria para el desarrollo equilibrado del ciudadano, la justicia social y la cohesión territorial de España. La UNESCO, al establecer este día como homenaje a la «lengua materna» incide en su importancia e insta a los poderes públicos a garantizar a cada persona la posibilidad de conocer bien su propia lengua, como forma prioritaria de expresión, a lo largo de toda su vida.
domingo, 22 de febrero de 2009
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