sábado, 7 de noviembre de 2009

Menos mal que hay gente decente


Félix de Azúa en El Periódico de Catalunya.


Acabo de ver en el informativo de alguna cadena a Miquel Iceta, cerebro dominante del partido socialista CATALÁN (uso las capitales en estricta obediencia al partido, el cual escribe sus siglas de este modo: psC) y aún me tiemblan las piernas. Quiero decir, de admiración. Debería haberlo grabado, pero me cogió a trasmano.
Este caballero es sublime y me parece un despilfarro que solo le conozcan en Catalunya. En el fragmento que yo pude ver, una mujer adulta, de profesión periodista, le hacía una pregunta. Bien es verdad que le hacía la pregunta componiendo una expresión malévola, como si dijera: «¿Se dan cuenta de lo bruja que soy?». La pregunta afectaba a los últimos latrocinios y venía a ser así: «¿No es menos cierto que, según dice todo el mundo, todo el mundo sabía lo de los latrocinios y que ustedes no hicieron nada, pero es que absolutamente nada, aun sabiendo que todo el mundo lo sabía?».
Miquel Iceta, el cual habitualmente luce un espléndido rostro de buda alopécico e irradia una grandísima serenidad de alma transmigrada desde alguna ostra perlífera, dio muestras de intensa pena y respondió: «¡Oh, Dios mío, pero qué me dice! ¿De modo que lo sabían y no lo denunciaron de inmediato en una comisaría? Pero, pero… ¡entonces se han convertido en cómplices del latrocinio!».
Colosal. Homérico. Me recordó de inmediato aquella escena, cuando la esposa de Woody Allen le encuentra en la cama con otra señora y el actor reacciona airadamente ante la acusación de adulterio. «¡Pero bueno! –dice–. ¿A quién vas a creer, a tus ojos o a mí?».
Estamos exagerando la desconfianza en los representantes del pueblo. Como dicen nuestros políticos, si no confiamos en nuestros políticos, acabaremos en una dictadura comunista, nazi y antropófaga dirigida por nuestros políticos. Y como no lo queremos, al menos de momento, hemos de confiar en ellos y no en nuestros ojos. Al fin y al cabo, como decía Iceta, los inmorales, los deshonestos colaboradores del latrocinio, somos los votantes. Por votarles a ellos, según sugiere el cerebro del psC.

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