lunes, 9 de enero de 2012

Pasividad y tolerancia


Entre los años 2003 y 2007 la Ertzaintza sólo detuvo a un terrorista de ETA, pero la pasividad y tolerancia que desvela este balance grotesco no acaban en la esfera policial. La educación y la cultura, por ejemplo, son esenciales para erradicar la violencia, especialmente entre los jóvenes. Habría sido más sencillo arrinconar a ETA, deslegitimándola totalmente ante la sociedad, si los textos escolares vascos hablaran de la banda como lo que es, un grupo terrorista sin ninguna razón remotamente razonable, y si los medios de comunicación y la Iglesia católica hubieran sido más beligerantes contra la violencia, más comprometidos con las víctimas y menos tentados por la neutralidad. Todavía en fecha tan tardía como agosto de 2007, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, hablaba en una homilía de conseguir la paz mediante "cesiones por todas las partes de algunas de sus legítimas aspiraciones", admitiendo que los terroristas son una parte con legítimas aspiraciones. También hay que simpatizar con los empresarios y profesionales extorsionados, pero el dinero con el que compran su propia tranquilidad es utilizado para agredir y matar a quienes no pueden o quieren pagarla. Todavía es más grave que la extorsión etarra haya servido para crear tramas de corrupción en las haciendas forales vascas, al amparo de un falso principio de solidaridad con las fortunas expoliadas.


Movimientos cívicos, CARLOS MARTÍNEZ GORRIARÄN

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